SÓLO UN PIE DESCALZO
Cacerolas que hablan, teteras que se sienten desgraciadas, cucharas parlanchinas, sartenes acaloradas y UNA NIÑA, GABRIELA, que siempre pierde el zapato izquierdo y entonces ocurre algo insólito: entra en un mundo al que solo ella, bueno y quien anda con un pie descalzo, puede acceder.
Con esto me encontré un día de verano que necesitaba volar y respirar algo fresco, un día de verano como hoy. Porque en verano empiezan las ganas de historias nuevas, con sabores diferentes y refrescantes. En verano me gusta que huela a sandía y hierbabuena, a pinos y salitre, a siesta y mermelada. Y Ana María Matute no me defraudó, nunca lo hace.
Gracias a Gabriela conoceremos a Micaela, a Elisa y a Tomasa y el Cuarto de la Plancha, y el de Jugar, y La Cocina…También a la prima Fifita, a la Oliscona y La Biblioteca…Genialidad tras genialidad que en cada página me va despertando una sonrisa.
Sólo un pie descalzo forma parte de esa colección de libros que un día compro compulsivamente cual flechazo y que luego nunca sé cuando voy a poder leer. Ese libro al que lanzo miradas furtivas desde algunos ángulos de la casa y que no tengo claro cuándo podré echarle el guante pero al fin ese momento llega, ¡qué regocijo!, todo llega.
Me gusta andar con un pie descalzo y el cosquilleo en el estómago, sobre todo, en verano.
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